Quiso Dios, con su poder,

fundir cuatro rayitos de sol

y hacer con ellos una mujer.

Y al cumplir su voluntad

en un jardín de España nací

como la flor en un rosal.

Tierra gloriosa de mi querer,

tierra bendita de perfume y pasión:

España, en toda flor a tus pies

suspira un corazón.

¡Ay de mí! ¡Pena mortal!

¿Por qué me alejo, España, de ti?

¿Por qué me arrancan de mi rosal?

Quiero yo volver a ser

la luz de aquel rayito de sol

hecho mujer

por voluntad de Dios.

Tierra gloriosa de mi querer,

tierra bendita de perfume y pasión:

España, en toda flor a tus pies

suspira un corazón.

“Suspiros de España”, con la música compuesta ya en 1902 a la que se le añadió una letra en 1938, es una canción de exiliados —los de la República—, pero también de otros emigrantes españoles económicos repartidos por el mundo.

Hay muchísimas versiones, una de ellas a cargo de la banda del Ejército de Infantería “Inmemorial del Rey” —que la toca en ocasiones oficiales.

Mi preferida estos días es la de Bebo Valdés y Diego, el Cígala —la que fue incluida en la banda musical de la película “Soldados de Salamina” de David Trueba.