Sonetos del amor oscuro

La ambigüedad y plurivalencia de ese
es maravillosa.

Tanto es Eros
como uno de
carne,
sudor
y hueso.

El amor duerme en el pecho del poeta

Tú nunca entenderás lo que te quiero

porque duermes en mí y estás dormido.

Yo te oculto, llorando, perseguido

por una voz de penetrante acero.


Norma que agita igual carne y lucero

traspasa ya mi pecho dolorido

y las turbias palabras han mordido

las alas de tu espíritu severo.


Grupo de gente salta en los jardines

esperando tu cuerpo y mi agonía

en caballos de luz y verdes crines.


Pero sigue durmiendo, vida mía.

¡Oye mi sangre rota en los violines!

¡Mira que nos acechan todavía!



continúa...