Grosellas

  Hebras narrativas

Fragmentos
(semi) olvidados

—¿Te imaginas si no tuviéramos la Calipso?

—A veces me imagino un café oscuro, con espejos en las paredes.

—Como en la película que vimos la semana pasada.

—Con un negro tocando en el piano canciones de amor.

—Canciones tristes.

—Las de amor siempre lo son.

Viviana y Monche.
Temuco, 27 de agosto de 1969

—¿Y a tu marido cuándo le dejaste?

—¿Qué te hace pensar que le dejé?

—Es más de medianoche de un jueves y estás sola hablando en un bar con un extraño como yo.

—Tú también estás solo en un bar, ¿cuándo te dejo a ti tu mujer?

Julio y Monche.
Malasaña, Madrid, 9 de diciembre de 2004

—Ernesto, en Aragón, ¿viste alguna vez a Orwell?

Ernesto y Duncan en la casa de calle O’Higgins.
Temuco, martes 11 de junio de 1940.

—Es tierno, pero es tan... abrupto a veces y mal educado.

—Ahora no es nada, Elvira; antes era mucho peor. A Ramiro lo han internado varias veces en el hospital por eso.

Elvira y Marlene.
La Calipso, junio de 1969

—¿Tú conoces a Maruja, Monche?

—No mucho; ella antes era amiga de Elvira. Lo que recuerdo es que poco después que murió su papá, su cuñado fue a la casa a cobrarnos no sé qué préstamo.

Viviana y Monche.
La Calipso, abril de 1969.

—Nunca he engañado a Aníbal, Nicole. Y estoy segura que él tampoco. Pero está tan metido en todo eso que nuestras conversaciones son ahora casi un monólogo y, entonces, cuando vuelva a Santiago creo que ya no me importará en cuál lado de la cama dormirme.

—¿Nunca?

Elvira y Nicole.
La Calipso, septiembre de 1969.

—¿Hay una tristeza más profunda que la de tener que desfilar en honor de un capitán de buque que perdió el único combate importante en el que estuvo metido?

21 de mayo de 1969.
Escrito al reverso del cuento-poema que Ramiro
le regaló a Elvira en la Círculo.

—¿De qué se trata tu poema?

—¿Por qué tendría que tratarse de algo? Simplemente podría ser sólo acerca de cadencias, de ritmos y de palabras.

—Sería como las matemáticas entonces: acerca de puros números, series y proporciones. Me gusta.

Ramiro y Elvira en la Círculo.
Mayo de 1969.

—¿Y en qué piensas cuando te quedas tan callado?

—Números, números, números.

—¿No es un poco aburrido eso?

—Tú compones proporciones y contrastes con palabras; yo lo hago con números. Es más seguro.

—Atrévete con palabras.

—Un día de éstos lo hago y te muestro.

Elvira y Ramiro en la Círculo.
Mayo de 1969.

—Me acuerdo que hace siglos en la Círculo una vez te dije que eras rara; pero ahora me gusta y conforta que seas rara.

—Quizás es porque el amor siempre tiene algo de raro.

Ramiro y Elvira en el parque Gammliaskogen, Umeå.
Septiembre de 1975.

—Elvira Codulá; dime, ¿quién eres?

—Una catalana que no habla catalán como me dijiste tú el otro día.

—¡Qué pesada que soy a veces! Pero es verdad; eso eres tú... Entre varias otras cosas.

—¿Qué otras cosas?

—Una escritora que no se atreve a escribir.

Begoña y Elvira.
Peñalolén, sábado 18 de septiembre de 1971.

—¿Y el dolor?

—Con el tiempo te acostumbras; pero nunca pasa.

—¿Piensas volver algún día?

—¿Allá? No creo.

Inge y Ramiro.
Umeå, octubre de 1979.

—Yo loco, tú rara; en una de éstas nos hacemos amigos.

—Mmm, ¿amigos?

—No te entusiasma mucho, ¿o sí?

—¿No se te ocurre nada mejor?

Ramiro y Elvira.
La Círculo, mayo de 1969.

—Elvira, toma; llévate mi mechero.

—Eres lindo, Ramiro. Yo también te dejé algo.

Ramiro y Elvira.
Aeropuerto de Estocolmo-Arlanda, 31 de agosto de 1979.

—¿Te das cuenta? Ella, liviana flor silvestre que amaba a los pájaros, quiso evitar que nuestro padre los cazase y, poniendo suavemente sus dedos sobre mis labios, me contó un secreto que yo no supe guardar ni siquiera una tarde.

—Olvídate de eso. Por lo que me cuentas, él la habría descubierto enseguida de todos modos.

Monche y Julio.
Malasaña, Madrid, jueves 9 de diciembre de 2004.

—¡Dios mío! La he matado.

—Claro, ahora te la podrás comer con gusto.

Engracia y Ernesto.
Curacautín, jueves 26 de junio de 1986.

—Mamá, ¿es verdad que don Emilio era un prestamista?

—Eso a mí no me consta, Elvira. Con tu padre fue siempre amable y generoso.

—Pero no lo niegas.

Elvira y Engracia.
Curacautín, viernes 27 de junio de 1986.

—A mí estas fiestas... te diré que me aburren un poco.

—¿Y es por eso que les haces proposiciones indecentes a tus amigas? ¿De puro aburrido?

Gustavo y Monche.
Temuco, sábado 19 de enero de 2008.

—¿Me echaste de menos?

—Mucho.

—Yo también.

Monche y Julio.
Barajas, Madrid, jueves 24 de enero de 2008.

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Última modificación: 22 de septiembre de 2024.



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