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Al alimón

De acuerdo a una enciclopedia taurina, al alimón es una forma de torear al toro en la que dos toreros usan simultáneamente una sola capa:

“Al alimón es un lance en el que los lidiadores, cogiendo cada cual uno de los extremos de un solo capote, citan al toro y lo burlan, pasándole la capa por encima de la cabeza.”


El diccionario de la RAE dice algo bien parecido:

“Suerte del toreo en el que los lidiadores, asiendo cada cual de uno de los extremos de un solo capote, citan al toro y lo burlan, pasándole aquel por encima de la cabeza.”

La definición que inventaron Neruda y García Lorca es menos descriptiva, pero mucho más estimulante:

“Existe en la fiesta de los toros una suerte llamada “toreo al alimón” en que dos toreros hurtan su cuerpo al toro cogidos de la misma capa...”

...mientras se lanzaban en su homenaje a Rubén Darío entre los dos. (El discurso está en las Obras completasde Federico editadas por Aguilar y en el Confieso que he vivido de Neruda).

La definición de los dos diccionarios se hacen un lío para explicar qué es lo que hacen los toreros con la capa y cómo están asidos a ella: por ello tienen que mencionar al capote dos veces.

La RAE —siempre muy seria— usa el demostrativo “aquel” confiada en que nos acordaremos a qué se refiere...

La enciclopedia taurina, hace el truco poco ortodoxo de usar dos palabras similares para evitar la repetición: capote y capa.

Lorca, siempre un buen poeta, se evitó todos estos problemas con un cambio de perspectiva. A él parece importarle mucho menos qué es lo que le hacen los toreros al toro, y mucho más qué es lo que hacen sobre sí mismos.

La acción en los diccionarios es “burlar” al toro, en la de Lorca, lo importante es “hurtarle el cuerpo”. Las primeras son objetivas, la de Lorca es subjetiva porque introduce un término completamente ausente en las otras dos: el peligro y la muerte al que se enfrentan los toreros al alimón.

Escribir al alimón es entretenido y mucho menos peligroso.

Escribir, hacer algo al alimón, es irse acomodando a lo que escribe o dice el otro, al mismo tiempo en que se lo/la va desafiando a continuar el proyecto común.

En eso se parece y se diferencia de la paya porque el al alimón no tiene el sentido competitivo de aquélla, aunque en los dos casos, la actuación misma es casi lo más importante.

Acomodarse al otro significa estar atento a ritmos, repeticiones, cadencias, virajes, gradaciones. Luego de la introducción en la que establecen la analogía entre su juego y el de los toreros, Neruda y Lorca desarrollan varios paralelismos y gradaciones, con los que se complementan y se desafían el uno al otro:

¿Dónde está la plaza de Rubén Darío
¿Dónde está la estatua de Rubén Darío
¿Dónde está el parque Rubén Darí
¿Dónde está la tienda de rosas de Rubén Darío
¿Dónde está la mano cortada de Rubén Darío
¿Dónde está el aceite, la resina, el cisne de Rubén Darío

la plaza,
la estatua,
el parque,
la tienda de rosas,
la mano cortada,
el aceite, la resina, el cisne...

El fragmento tiene la cualidad de una rápida gradación semántica por la que se pasa desde los lugares más esperados —más comunes— hasta los más sorprendentes, al mismo tiempo en que tanto Neruda como Lorca van introduciendo sus campos semánticos favorecidos y sus cadencias rítmicas favoritas.

Poner junto un discurso al alimón es homólogo a la improvisación jazzística. En ambos casos, se trata de tensiones y de balances entre restricciones, prescripciones y libertades: después de que uno de los participantes ha dicho que es otoño, el otro no puede ya escribir sobre los naranjos en flor... a menos que sitúe la contra acción en otro hemisferio.

Rodrigo encontró la canción de Víctor Manuel y Pablo Milanés “En blanco y negro”. En parte dice así:

Porque la historia

con su cara y cruz

se desnuda a la luz

de la memoria.

No te descorazones,

date prisa,

que cambiamos canciones

por sonrisas.

Enséñale los dientes

al presente

que juntando tu voz

con la voz de tu hermano

son mucho más que dos

un asturiano blanco y un cubano

negro como el carbón.

Por eso al alimón

con Pablo canto un son...

Rodrigo y yo hemos escritos algunos cuentos al alimón.
Peralta es uno de ellos.


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