Rumias


Uno de Cavafis
alrededor de un café

Constantino Cavafis
1863 – 1933

En la parte interior de un café bullicioso,

inclinado sobre la mesa, está sentado un viejo;

con un periódico delante, sin compañía.


Y en el desdén de la vejez toda miserias

piensa en lo poco que gozó los años

en que tuvo vigor, verbo, y belleza.


Sabe que ha envejecido mucho; lo siente, lo está viendo.

Y sin embargo el tiempo en que fue joven le parece

como si fuera ayer. Qué breve lapso, qué breve lapso.


Y piensa en cómo la Cordura le ha engañado;

y cómo se fiaba siempre de ella —¡qué locura!—,

de la mentirosa que decía: «Mañana. Tienes mucho tiempo».


Recuerda impulsos que reprimía; y cuánta

dicha sacrificaba. De su descerebrada sensatez

cada ocasión perdida ahora se burla.


Mas de tanto pensar y recordar

se ha mareado el viejo. Y se adormece

reclinado en la mesa del café.

Constantino Cavafis
“Un viejo”
Traducción de Ramón Irigoyen

En un PDF añadido a un e-mail mi amigo Bruce Field me describe su experiencia habitual en un café como la tensión entre el deseo de querer alargar la experiencia y la culpa en el pecho por quedarse demasiado tiempo ocupando una mesa con tal reducido consumo, nada más que un café (no galletas, no pasteles, no croissants).
Sólo un café.

Entre el deseo de estar solitario y rodeado de silencio, pero a la vez rodeado del murmullo suave de los que junto a él beben café en el mismo Café.

Levanta de vez en cuando la vista e imagina qué piensan, qué desean, qué temen.

Me imagino yo sentado en otra mesa del mismo Café de Cavafis observando al mismo viejo.

Me lo imagino pensando en lo que pudo haber sido, pero que no fue.

Me lo imagino pensando en lo que pudo haber pasado, pero que fue de manera diferente.

Bajo la amenaza de nuevos exilios, me lo imagino frente al miedo de perderlo todo y su añoranza del tiempo en el que, joven, no tenía nada.

Variación del Carpe Diem, con una sonrisa paradójica entre irónica y tiernamente burlona, Cavafis llama a coger la cautela... y a dejar de lado la cordura.

Un llamado postrero a ser un poco loco (o loca) mientras se pueda.

Después, hasta los recuerdos de lo que pudo haber sido se apolillan y el viejo cabecea y se duerme.

¿Qué de locuras añoradas nunca hechas, nunca cumplidas, recordará en su sueño el viejo?



Saint Paul, 1 de marzo de 2025


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