¿Y Pármeno? ¿Y Sempronio? Hace una hora que espero mi caballo.
Señor...
¿Qué pasa? No me hagas perder más el tiempo; habla de una vez.
Acaban de ajusticiarlos.
¿Qué dices?
Lo que oyes.
¿Qué hicieron?
Mataron a Celestina.
¿A Celestina? ¿Por qué?
Dicen en la plaza que porque no quiso repartir con ellos la cadena de oro que tú le habías dado.
De lo que no nos quedan dudas es de cuánta razón tenía Celestina... Si una miserable lágrima derrochó Calisto, no fue por la pérdida de Sempronio y Pármeno, sino por la posible pérdida de su propia honra por la maledicencia de las gentes y, peor aun, por el posible entorpecimiento de los planes que tenía para esa noche. En la película de Gerardo Vega, Calisto recita el siguiente soliloquio:
«Vengan, si quisiesen, todos los desastres juntos. Sempronio y Pármeno eran audaces; ahora o más tarde habrían de pagarlo. La vieja era mala y falsa. Dios le habrá hecho pagar su parte de culpa en todos esos adulterios facilitados por sus artes. Por mi parte; yo cumpliré lo que Melibea me ha mandado. Me va más la gloria que esta noche he de conseguir en su huerto, que lamentar a los que ya han muerto.»