Avenida Balmaceda. . .

. . . me invita a un color, a una luz, a un dolor de la piel que sólo cierto frío conoce, a unas angustias de domingo en la tarde sin nadie. La delicada filigrana de los árboles de invierno recortándose en un cielo de ceniza turbulenta, la tristeza invertida, tranquila, del reflejo de las casas. Los azules buscan un blanco inexistente, los grises no quisieron serlo del todo, los negros vienen de vuelta de sí mismos.


De regreso a Ramiro y Muriel

Al cuento de Peralta

Los tejados de Bulnes

Muralla azul

Muralla amarilla

Prat con Montt

El Térraz

La Perla del Cautín



A un mapa de Temuco

al cruce de caminos